viernes, 9 de octubre de 2015

Vividor, cuarta acepción

Vuela cual golondrina inquieta en el aireado cielo antes de la fuerte tormenta. Sin pensar en las consecuencias de rescindir tu contrato con la vida, te aferras a tus ganas de no querer a nadie, salvo a ti mismo. No sabes cuánto daño hace no hacer nada para cambiar las cosas. Desconoces todo aquello que ocurre a tu alrededor aunque intentas demostrar que sabes más de lo que un día te dijeron que sería tu techo. Ahora pretendes hacer creer que lo tocas, que lo rompes y que lo superas sin miedo. Pero el miedo es algo que está oculto en lo más profundo de nuestro interior y que sale a relucir cuando más arriba estamos. Confundes tu propio orgullo con la temeridad, sin pensar, sin razonar. Te parecerá tontería cualquier consejo de boca de alguien que consideres inferior, alguien que no lleve el mismo traje de seda que tú. Te vistes con superioridad hablando de vivir como si fuera un mero tránsito de diversión que solo pueden disfrutar lo mejores. Tú eres el mejor, sigues volando sin pensar que la tormenta cada vez está más cerca de ti. Solo te concentras en que el agitado viento te lleve al lugar que debes; para ti cualquier lugar será bienvenido: vives como si nada pasase. Cuando te mires al espejo verás a aquél hombre que quiso volar cerca de las nubes cuando sus alas le gritaban desesperadas que no podían más. El golpe brutal espera y los buitres estarán ahí cuando tú ya no, pero mientras sigue disfrutando. La pequeña golondrina vuelva alto sin pensar que el tiempo sigue pasando.

miércoles, 22 de julio de 2015

A los que deciden por nosotros y a los que lo intentan

Tengo una sensación extraña. Un sensación que casi no me deja dormir. Es raro, pero creo que a veces la gente actúa demasiado sin pensar. Está bien guiarse por el corazón, por las ganas de cumplir tus sueños, de llegar a tus metas, pero...¿el fin justifica los medios? 

Es cierto eso de que si no arriesgas, no ganas, pero, ¿a qué precio? Últimamente, en este ambiente tan caldeado prácticamente por todos lados, no paro de percibir personas que cada vez actúan más sin pensar en las consecuencias de sus actos. Personas que actúan sin tener en cuenta la repercusión que puede producir el realizar una determinada acción o tomar una decisión concreta. 

Y podríamos cambiar el mundo

¿Y si jugamos a cuestionarlo todo? ¿No sería el mundo mejor? Podríamos pensar que cada cosa que tenemos se acaba, que todo lo que viene se puede ir tarde o temprano. Así, evitaríamos las típicas frases de ''nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes''. Podríamos jugar a querernos cada minuto y no para siempre, a amar nuestro alrededor cada segundo y no cuando el día pinta de colores, a practicar el altruismo con los demás a cada milésima del tiempo y no solo cuando ya lo han practicado contigo.

lunes, 27 de octubre de 2014

Pequeña historia de lunes

Abres los ojos. La luz se cuela por las rendijas que deja la persiana. Parece que brilla el sol, radiante. Miras a un lado, a otro. Te das la vuelta, le observas; sigue ahí, inmóvil. Esta disfrutando de cada segundo de sueño, de cada inspiración y cada respiración. Tú disfrutas contemplando la bella imagen. Se ha quedado un día precioso para seguir aquí, inmóvil.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Mudanza, superlativo de cambio

Mudanzas, esos cambios enormes, y estrambóticos a veces, que hacemos en nuestras vidas. Tal vez una, tal vez dos, quizás y, por suerte o por desgracia, tres, pero pocas son las ocasiones en las que se presentan. Vienen por necesidad propia, por necesidad ajena o simplemente porque el mundo ha decidido que es la hora del cambio.
Cajas y cajas llenas de recuerdos, imágenes, momentos o sentimientos. Maletas cargadas con nuevos deseos, metas, ilusiones o aspiraciones. Toda nuestra vida recogida en poco espacio dispuesta a viajar, a cambiar de aires dejando atrás muchas otras cosas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Mujer, con m de memorable.

Añora la belleza de caminar por la vida sin temor, sin pretextos que le hagan no soñar y rendirse ante la fuerza que la sociedad ejerce sobre ella. Quiere desatar sus cadenas y liberarse de la tensión y el sometimiento de la debilidad del no poder. Pero, amiga mía, ya te soltaste hace tiempo, ya buscaste todo lo que te pedías y lo encontraste, y sobre todo, ganaste. Ganaste, mujer.