lunes, 8 de septiembre de 2014

Mudanza, superlativo de cambio

Mudanzas, esos cambios enormes, y estrambóticos a veces, que hacemos en nuestras vidas. Tal vez una, tal vez dos, quizás y, por suerte o por desgracia, tres, pero pocas son las ocasiones en las que se presentan. Vienen por necesidad propia, por necesidad ajena o simplemente porque el mundo ha decidido que es la hora del cambio.
Cajas y cajas llenas de recuerdos, imágenes, momentos o sentimientos. Maletas cargadas con nuevos deseos, metas, ilusiones o aspiraciones. Toda nuestra vida recogida en poco espacio dispuesta a viajar, a cambiar de aires dejando atrás muchas otras cosas.

Las mudanzas pueden ser de muchos tipos y de muchas formas pero todos tenemos un concepto claro: en las mudanzas se pierden cosas. Es cierto que también ganamos muchas otras, pero de la misma forma se pierden; se pierden porque para hacer cambios se necesitan sustituciones, mover piezas, arriesgar.
Perder es importante. Perder significa cambio, significa que algo nuevo va a venir, que algo espera que le abras las puertas tocando el timbre impaciente. Perder da miedo porque significa cambio, por eso las mudanzas dan miedo, porque son cambios gigantescos en nuestras vidas y asustan. ¿Para qué cambiar algo que está bien tal y como está? ¿Para qué embarcarse en una aventura que solo traerá consigo pérdidas y cosas nuevas y desconocidas? Quizás porque es necesario. Quizás porque cuando pensamos que todo está bien, no lo está. Quizás porque sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado a algo que no merecemos. Quizás porque merecemos más.
¿Por qué vamos a decirle que no a algo que es tan inevitable como necesario? ¿Por qué vamos a decirle que no al mundo cuando nos ofrece la vía de escape para encontrarnos un poco más? ¿Por qué vivir encerrados dentro de una casa de la que no logramos salir, teniendo un jardín entero por descubrir?
Toca recoger la casa en la que estábamos, limpiar los restos de recuerdos rotos que quedan desparramados por el suelo, hacer las maletas y marchar. Toca hacer la mudanza y ya sé dónde quiero estar. ¿Y tú?


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