Vuela cual golondrina inquieta en el aireado cielo antes de la fuerte tormenta. Sin pensar en las consecuencias de rescindir tu contrato con la vida, te aferras a tus ganas de no querer a nadie, salvo a ti mismo. No sabes cuánto daño hace no hacer nada para cambiar las cosas. Desconoces todo aquello que ocurre a tu alrededor aunque intentas demostrar que sabes más de lo que un día te dijeron que sería tu techo. Ahora pretendes hacer creer que lo tocas, que lo rompes y que lo superas sin miedo. Pero el miedo es algo que está oculto en lo más profundo de nuestro interior y que sale a relucir cuando más arriba estamos. Confundes tu propio orgullo con la temeridad, sin pensar, sin razonar. Te parecerá tontería cualquier consejo de boca de alguien que consideres inferior, alguien que no lleve el mismo traje de seda que tú. Te vistes con superioridad hablando de vivir como si fuera un mero tránsito de diversión que solo pueden disfrutar lo mejores. Tú eres el mejor, sigues volando sin pensar que la tormenta cada vez está más cerca de ti. Solo te concentras en que el agitado viento te lleve al lugar que debes; para ti cualquier lugar será bienvenido: vives como si nada pasase. Cuando te mires al espejo verás a aquél hombre que quiso volar cerca de las nubes cuando sus alas le gritaban desesperadas que no podían más. El golpe brutal espera y los buitres estarán ahí cuando tú ya no, pero mientras sigue disfrutando. La pequeña golondrina vuelva alto sin pensar que el tiempo sigue pasando.
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